La aventura de ser docente.
¡Me gané la libertad de ser profesor!
Esta frase me dejó asombrado, pues en pocas palabras expresa el sentimiento que te embarga al momento que terminas una clase excelente y sales del salón con una sonrisa de triunfo pues pudiste ser tu mismo, lograste la atención de los alumnos, lograste que realizaran las actividades que tenias planeadas y no solo eso los alumnos analizaron el tema y participaron activamente en una nueva forma de llegar al conocimiento y por último y lo más importante: los alumnos te dicen adiós con una sonrisa en los labios y en la mente un pensamiento “que clase tan padre, siento que el maestro se dio cuenta de que sí sé y además le interesó lo que dije”
Quisiera presumir que todas las clases que imparto son así, pero no lo es, sin embargo lucho para que lo sea.
Cuanta verdad encontré la palabras de José M. Esteve referente a que el docente debe tomar los factores “Pensar y Sentir” en la enseñanza y la mayoría de nosotros no lo hacemos; dejamos por un lado el hecho de que nuestros alumnos son personas que SIENTEN y solo nos enfocamos a lo académico, logramos hacerlos pensar pero no creamos ninguna inquietud en ellos y al cabo de poco tiempo se les olvida todo lo aprendido pues no causamos impacto en su sentimiento. Además estoy de acuerdo en ser maestro de humanidad pues debemos lograr que el alumno le encuentre sentido a lo que está aprendiendo y así encontrar para que le servirá en el mundo que los rodea.
En cuanto a las dificultades para llegar a ser un maestro de humanidad son clara y acertadamente expuestas por el autor; la identidad profesional, la comunicación e interacción, la disciplina y los contenidos y niveles resaltan la problemática derivada de la falta de formación pedagógica en los docentes de nivel medio superior. Y ciertamente, se le capacita al docente en las áreas del conocimiento pero no en las competencias para lograr ser un buen profesor y es de lo que más adolecemos.
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